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miércoles, 6 de abril de 2011

Los padres y su vida social

     En mi último artículo acababa contando como el bebé logra estabilizarse por las noches y consigue dormir del tirón hasta la mañana siguiente, con el consiguiente descanso placentero de los padres. Esta estabilización no sólo se queda ahí, en la noche. Poco a poco el niñ@ va cogiendo su propia rutina y va teniendo un horario que sigue casi a rajatabla. Y si nos lo saltamos, podéis estar tranquilos que él se encargará mediante el llanto de recordároslo. Si sus comidas son sobre las 12:00 o 12:30, tened por seguro que pasada esa hora se pondrá a llorar reclamando su ración diaria. Si suele levantarse a las 7:00 de la mañana aproximadamente, le da igual que sea sábado o domingo que a esa hora se levantará, aunque sea 1 de Enero. Y así con un sin fin de ejemplos. La parte más que buena de esto es que este horario estricto del reloj biológico de vuestro retoño será por fortuna vuestra salvación. A partir de este momento podréis tener vida social.

     Sin ir más lejos no hace mucho pasamos una estupenda jornada de campo. Llegamos poco antes del medio día. El niño era como "la falsa moneda" que dice la canción, que de mano en mano va. Lo cual era un descanso para nosotros y también una alegría para los presentes (no nos engañemos, un niño de pocos meses es como un cachorro, que todos quieren mimarlo y hacerle carantoñas :D). También hay que decir que nuestro hijo en ese aspecto no da que hacer, es muy bueno (y no lo digo porque sea su padre). Como he dicho ya unas pocas de veces, cada niñ@ es un mundo, pero de eso trata el blog, de orientar y dar a conocer las experiencias personales :). La cosa es que luego llegó a hora de la comida y luego su respectiva siesta, que aunque fuera más corta de lo normal que en la comida de la casa, siempre es más tiempo libre para los padres para poder charlar, comer y demás... en definitiva socializarse. Luego vino el despertar, el cambiar de pañal y más de unos brazos a otros. Si no jugueteaba con uno jugueteaba con otro, y si no con sus padres. Después viene la fruta para merendar, y con suerte otra siestecita. Y después del despertar, recoger los bártulos entrada la tarde y para casa que esperaba el baño, la cena y la siesta total, hasta la mañana siguiente.

     Esto es la cronología normal de la vida de nuestro hijo, sólo que llevado a fuera de la casa. Tras hacer algún intento anterior de salir y comer por ahí, pudimos comprobar con rotundo fracaso que nuestro hijo aun no estaba preparado para esos ratos de "lujuria y desenfreno". Por suerte ese día llegó. Podemos decir que ya tenemos vida más allá de los límites que imponía el tener un bebé. Nuestro bebé va creciendo y nos deja crecer, pero sobre todo también nos deja socializarnos. Eso sí... el mando a distancia aún es suyo. Esa no la perdona :)

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