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miércoles, 23 de marzo de 2011

El bebé y la noche

     Suele decirse que a partir del nacimiento de tu primer hij@, la vida te cambia radicalmente. Ya vives por y para esa nueva criatura. Y lo cierto es que tienen toda la razón. Lo normal es que sea sobre todo la madre quien note más ese drástico cambio, pues es la principal partícipe para darle de comer al niñ@. Como es de imaginar, hablamos del caso de darle el pecho. Si por X o por Y el bebé es de biberón, entonces ya está en manos de los padres el como dividirse la tarea, y por el bienestar de los dos, debería de dividirse. Dado este caso no es justo que uno cargue con todo el trabajo y cansancio de dormir poco y mal por la necesaria alimentación del bebé. Todo esto es lo ideal, siempre con consenso y cordura racional de las partes implicadas, porque luego casos hay miles, desde la que es más madre que madre y como ella lo hace todo no lo hace nadie, o el caso de que el padre/madre tenga que trabajar mientras el otro está de baja por paternidad/maternidad y sea razonablemente la parte que no trabaje la que se encargue del “esfuerzo nocturno”.

     Y todo esto bien a relación de lo duro que son los primeros meses en el vivir y convivir del nuevo “invitado” de la casa, la cantidad de trabajo y esfuerzo que supone adaptarse a los nuevos hábitos. Eso del típico comentario de unos padres a los amiguetes que aun no lo son “¡¡Ya os enteraréis cuando lo tengáis!!” es cierto en parte porque realmente toda palabra que se diga o todo comentario que se haga, realmente no puede alcanzar a explicar la labor realizada en esos primeros meses hasta que el niño se estabiliza y duerme por las noches. Está claro que cada niño es un mundo, y lo mismo tú que estás leyendo esto y has pasado ya por esto, has tenido la suerte de que tu bebé durmió como un lirón desde el primer momento. Te felicito y te envidio, como muchos otros padres :D Es curioso como lo que es pasar de 2 a 3 horas de sueño y se convierten en 4 o 5, tu cuerpo te lo agradece como si hubieras dormido durante 12 horas. Ese cambio poco a poco de tu hij@, mejorando en las noches enriquece tanto que de la satisfacción parece como si descansases el doble.

     Una vez estabilizado el sueño después de su cena, es como haber conseguido el primer objetivo con tu hij@. Parece que empieza una nueva etapa en la que ya vuelves a vivir otra vez, al menos por las noches. Has pasado de 24h para el niño a 13h. En nuestro caso hemos tenido una suerte tremenda. Desde los 4-5 meses duerme solo en su habitación, ya con 6 meses se bañaba y cenaba, y él solito a la cama y se duerme solo. Todo un lujo. Ahora mismo a las 20:00 está metido en la cama, y los papis con unas largas decenas de minutos para disfrutar de una tranquila cena y poder relajarse sin estar pendiente de si el niño llora, juega, se le hace reír, se le cambia, se le da de comer... todo eso, aunque laborioso, es fantástico, pero también es necesario descansar, no?? ;)

miércoles, 2 de marzo de 2011

El llanto de un bebé

     Mi padre solía decirme cuando era chico que mi trabajo era estudiar, del mismo modo que el suyo era ir a currar para ganar dinero y poder alimentarnos. Esa era mi única labor, y como tal no debía ser complicada de llevarla a cabo. Dicho esto, la única labor de un bebé a grandes rasgos es dormir, comer y hacer sus necesidades. Fuera de ahí, ya sólo le queda estar despierto y relacionarse con el mundo exterior. 

     Después 6 meses y medio con mi hijo, puedo asegurar que el niño realmente no llora por llorar. Si lo hace es porque algo quiere. También es verdad que hay una buena gama de llantos, y lo ideal sería tener como en ese capítulo de los Simpsons, en el que el hermano de Homer inventa una máquina que traduce los quejidos y balbuceos de los enanos, pero entonces... ¿¿qué gracia tendría?? Pues desde el punto de vista de los padres, mucha por no decir toda!! 

     Como padres primerizos, hay momentos en los que puede llegar a desesperarte por desconocer la verdadera razón de un llanto. Una cosa es que sea la hora de la comida o se despierte porque lleve ya un buen rato dormido y comience a llorar. Esos llantos son los más detectables. Pero hay otros, como es el caso actual, en los que sólo a base de darles cien vueltas puede uno "intuir" a qué se debe.

     Resulta que nuestro hijo tiene sus más y sus menos con la comida, más concretamente con coger el biberón matutino y nocturno. Al principio no le hizo asco alguno. Pero luego pasó una racha mala con bronquiolitis, y era entendible que no quisiera cogerlo, pues comer y respirar al mismo tiempo era toda una tortura. Una vez sano, retomamos el tema del biberón y según el día dejaba más o menos cantidad, la cual luego tenía que ser administrada con cuchara, nuestra gran salvadora. A falta de biberón la cuchara ha sido la gran aliada de las comidas. El niño parecía que iba a ser de cuchareo y potajes. Desde el comienzo abría la boca que daba gusto. Desde el comienzo ... hasta el día de ayer. Sin ton ni son el niño empezó a llorar como un descosido en las comidas. Cuando no quiere abrir la boca no hay manera. Bien sea la hora de la comida con su verdura o la de la tarde con su fruta, el acto de comer se convirtió en todo un acto de paciencia y fe. Era llorar y llorar desconsoladamente. Toda una novedad de caso. No tenía sentido, hasta que se le endiñó junto con la fruta un biberón para tratar que al menos comiese algo más de líquido. Fue un éxito a medias, pues aunque lo cogió sin ponerle pegas, realmente no lo quería para chupar y extraer todo el jugo, sino para roerlo y llevárselo a sus muelas, y poder mordisquear frenéticamente la tetina. Conclusión... el niño estaba rabiando con los dientes. 

     Siempre escuchamos eso de... "Uuuuyyy, este niño se mete mucho las manos en la boca. ¡¡Eso es que está liado con los dientes!!" (o similares) Pues bien, llega un momento en que al final viene el lobo de verdad. Lo cierto es que ya tiene sus dos dientes inferiores bien salidos haciendo su sonrisa más encantadora si cabe, pero es verdad que cada ciertos días o cada par de semanas se pone más tontillo y roe las cosas con más ansiedad que otras veces. Lo malo de todo esto es que un día le da por una forma de expresarlo, y otras veces nos coge descolocados y la toma con la comida. Es un caso parecido al de la otitis, pero ese tema lo trataremos en otra ocasión. Por ahora sólo nos queda ir acumulando experiencia y asimilar todo el comportamiento de nuestro hijo. A más información que tengamos y más vías de actuación, más fácil será llevarnos con el y tratar todas sus afecciones, que como no podía ser de otra forma, serán mediante el llanto.

     Con todo este ejemplo lo que pretendo decir es que un niño no llora porque sí. Si llora es porque algo le pasa, y más cuando es tan desconsoladamente. Si se os da este caso no lo ignoréis y pensad que es su forma de comunicarse. Intentad averiguar cual puede ser el motivo de su llanto y daréis otro importante paso más en el fascinante mundo de la paternidad :)