Páginas

miércoles, 2 de marzo de 2011

El llanto de un bebé

     Mi padre solía decirme cuando era chico que mi trabajo era estudiar, del mismo modo que el suyo era ir a currar para ganar dinero y poder alimentarnos. Esa era mi única labor, y como tal no debía ser complicada de llevarla a cabo. Dicho esto, la única labor de un bebé a grandes rasgos es dormir, comer y hacer sus necesidades. Fuera de ahí, ya sólo le queda estar despierto y relacionarse con el mundo exterior. 

     Después 6 meses y medio con mi hijo, puedo asegurar que el niño realmente no llora por llorar. Si lo hace es porque algo quiere. También es verdad que hay una buena gama de llantos, y lo ideal sería tener como en ese capítulo de los Simpsons, en el que el hermano de Homer inventa una máquina que traduce los quejidos y balbuceos de los enanos, pero entonces... ¿¿qué gracia tendría?? Pues desde el punto de vista de los padres, mucha por no decir toda!! 

     Como padres primerizos, hay momentos en los que puede llegar a desesperarte por desconocer la verdadera razón de un llanto. Una cosa es que sea la hora de la comida o se despierte porque lleve ya un buen rato dormido y comience a llorar. Esos llantos son los más detectables. Pero hay otros, como es el caso actual, en los que sólo a base de darles cien vueltas puede uno "intuir" a qué se debe.

     Resulta que nuestro hijo tiene sus más y sus menos con la comida, más concretamente con coger el biberón matutino y nocturno. Al principio no le hizo asco alguno. Pero luego pasó una racha mala con bronquiolitis, y era entendible que no quisiera cogerlo, pues comer y respirar al mismo tiempo era toda una tortura. Una vez sano, retomamos el tema del biberón y según el día dejaba más o menos cantidad, la cual luego tenía que ser administrada con cuchara, nuestra gran salvadora. A falta de biberón la cuchara ha sido la gran aliada de las comidas. El niño parecía que iba a ser de cuchareo y potajes. Desde el comienzo abría la boca que daba gusto. Desde el comienzo ... hasta el día de ayer. Sin ton ni son el niño empezó a llorar como un descosido en las comidas. Cuando no quiere abrir la boca no hay manera. Bien sea la hora de la comida con su verdura o la de la tarde con su fruta, el acto de comer se convirtió en todo un acto de paciencia y fe. Era llorar y llorar desconsoladamente. Toda una novedad de caso. No tenía sentido, hasta que se le endiñó junto con la fruta un biberón para tratar que al menos comiese algo más de líquido. Fue un éxito a medias, pues aunque lo cogió sin ponerle pegas, realmente no lo quería para chupar y extraer todo el jugo, sino para roerlo y llevárselo a sus muelas, y poder mordisquear frenéticamente la tetina. Conclusión... el niño estaba rabiando con los dientes. 

     Siempre escuchamos eso de... "Uuuuyyy, este niño se mete mucho las manos en la boca. ¡¡Eso es que está liado con los dientes!!" (o similares) Pues bien, llega un momento en que al final viene el lobo de verdad. Lo cierto es que ya tiene sus dos dientes inferiores bien salidos haciendo su sonrisa más encantadora si cabe, pero es verdad que cada ciertos días o cada par de semanas se pone más tontillo y roe las cosas con más ansiedad que otras veces. Lo malo de todo esto es que un día le da por una forma de expresarlo, y otras veces nos coge descolocados y la toma con la comida. Es un caso parecido al de la otitis, pero ese tema lo trataremos en otra ocasión. Por ahora sólo nos queda ir acumulando experiencia y asimilar todo el comportamiento de nuestro hijo. A más información que tengamos y más vías de actuación, más fácil será llevarnos con el y tratar todas sus afecciones, que como no podía ser de otra forma, serán mediante el llanto.

     Con todo este ejemplo lo que pretendo decir es que un niño no llora porque sí. Si llora es porque algo le pasa, y más cuando es tan desconsoladamente. Si se os da este caso no lo ignoréis y pensad que es su forma de comunicarse. Intentad averiguar cual puede ser el motivo de su llanto y daréis otro importante paso más en el fascinante mundo de la paternidad :)

2 comentarios:

  1. La verdad es que debe ser todo un trago no poder consolar a tu hijo. Y peor aún la impotencia de no saber qué le pasa.
    Gracias por expresar tus vivencias así que tan útiles pueden ser para otras personas.

    ResponderEliminar
  2. Como dice el dicho, la experiencia es un grado ;)

    ResponderEliminar