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jueves, 10 de febrero de 2011

Teta o Bibi

     He aquí la gran pregunta de toda persona que siempre suelta, tarde o temprano, cuando ve a la madre con su retoño: ¿Qué le das, teta o bibi? (o en su defecto para no ser demasiado "vulgar"... ¿qué le das, el pecho o el biberón?) Realmente no sé que esperan por respuesta. Lo que si sé es que por regla general, la generación anterior a nosotros (la de nuestros padres) como que están más a favor del tema biberón. Como todo en esta vida, hay casos para todo, pero lo normal es que un niño de biberón esté más regordete que uno de teta (y repito que siempre hay excepciones), y es que es de cajón, pues se le mete mucha comida continua y controlada (sobre todo controlada en cantidad) y más que alimentarlo se le "ceba". Por mucho que diga la vecina del quinto que ha tenido 5 hijos o la prima segunda por parte del tío político paterno, la leche de pecho es muchísimo más sana que la artificial. Por una causa o por otra no todas las madres pueden "disfrutar" de la oportunidad de darle el pecho a su hijo, y al final deben de tirar por el camino de la leche artificial. ¡¡Ojo!! Esto no es una desgracia, pero sin duda un bebé alimentado con leche materna está más alimentado con las proteínas y demás historias de la madre, y protegido ante posibles enfermedades que puedan pulular por el ambiente, que un bebe de biberón. Con esto llegamos este último caso. Como decía, un niño de bibi suele estar más rollizo y más gordito. Lo cierto es que es bueno que un niño esté "fuerte" y con kilos para que si viene una mala racha de pillar una enfermedad (resfriado, bronquiolitis, varicela...), su cuerpo tenga reservas y no se quede en el espíritu de la golosina. Por eso creo, sobre todo entre la gente más mayor, como que asocian la gordura al estado de salud del niño. A más gordo, más sano. Si ven a un niño que no esté regordete y con sus buenos pliegues, te piensan en "to tu cara" eso de "A este niño lo que le hace falta es un buen biberón de maizena".

     Pues mire, no. Cada niño es un mundo, y come lo que tenga que comer. Lo importante sobre todo es que el niño vaya pillando peso cada semana, que no tenga recaídas, que vaya engordando. Controlado siempre por el/la pediatra, si está en el percentil de su peso/altura perfecto, si no pues controlar que realmente va cogiendo peso cada semana. En nuestro caso, nuestro hijo es muy grande de altura (está en el percentil del 97%), pero de peso está por debajo en la curva ideal. Al principio nos preocupaba, pero llega un momento en que el que realmente lo ves y compruebas que realmente está sano, coge peso cada semana, se le notas las piernas fuertes y con volumen, no está tampoco delgado que se le vean las costillas, tiene su barriguita, está siempre sonriente y tiene una actividad brutal (no para de moverse, por lo que no me extraña que con ese deporte extra le impida capturar más peso :D).

     En resumen, un niño de pecho come según tenga hambre, la cantidad que quiera en ese momento, sea la hora que sea, y sin contar si comió ya hace 1 hora o no. En cambio el de biberón tiene un horario establecido y unas cantidades fijadas. Realmente es más sacrificado para la madre el tema de pecho, ya que el tiempo de descanso entre toma y toma (ahora es cuando uno se acuerda de las noches) puede ser una incógnita, aunque creo que el enano lo agradecerá por un estado de salud más fuerte. Lo ideal es ir haciéndole (o mejor dicho, que "se vaya haciendo") un hábito de comida, como un horario en el que poco a poco se regule su cuerpo para pedir comida. Eso es lo ideal, con lo fácil que parece contarlo... El bebé de biberón da más margen a los padres, como que al llenarse más el estómago se quedan más "boyaos" (que se dice por aquí abajo). Al no tratarse de mi caso, creo que psicológicamente es más que un punto o dos a favor de los sufridos padres, que además de ver crecer a su bebé a lo ancho y alto, encima pueden descansar más por las noches.

     Como he dicho ya en un par de veces, cada niño es un mundo, pero todo este tochaco es una reflexión personal y "experimentada". Yo por mi parte prefiero un niño alimentado del pecho, aunque lo importante al fin y al cabo es que tu niñ@ al final esté sano, sonriente, cogiendo peso, y viéndolo crecer día a día y sorprendiéndote en cada tontería que haga como el simple hecho de poder coger un juguete sin problemas o ver como hace él mismo por conseguir la verticalidad. Como diría aquel... un pequeño paso para el bebé pero un gran salto para su evolución :)

     Si eres de es@s en los que por diestro y siniestro te dan la vara con que el niño lo que le hace falta es un biberón, que si tal y que si cual... no te preocupes, aprende a convivir con ello. Todo el mundo opina y todos saben. No sientas como que al ser primeriz@ parezca que no tengas ni idea de nada porque nunca antes habías sido padre/madre. Nadie mejor como estos para conocer a su hijo. Acepta todos los consejos que te den (ya es cosa tuya aplicarlos o no) y pasa de los que realmente no los consideres como tal. Nadie mejor como un padre o una madre para conocer a su hijo, que lo ven las 24h del día. Lo importante es verlo feliz, que coja peso dentro de lo normal y que crezca día a día no sólo físicamente, sino también en cuanto a motricidad se refiere. El resto ya es otro cantar, que por supuesto iremos abordando por aquí poco a poco ;)

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